Ajedrez o póquer (2006)

De l’article del periodista i professor Xavier Batalla (Barcelona, 1948-2012) a La Vanguardia (18-II-2006). Acaba de sortir una novel·la d’Oriol Esplugas Boter (El conflicto, Ed. Círculo Rojo) inspirada en les intrigues internacionals per l’Orient Mitjà d’aquells anys. El Memorial Xavier Batalla ha convocat per al dimarts 21 de setembre un acte sobre l’Afganistan.

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Irán no es Iraq. Posee el 9% de las reservas mundiales de petróleo, es el cuarto productor y tiene mucha influencia, que ha aumentado con la caída de Saddam Hussein. En Iraq, los ayatolás están satisfechos con un gobierno mayoritariamente chií, cuyo máximo líder espiritual, Ali Sistani, habla con un fuerte acento iraní. En Siria, cuya cúpula (una minoría alauí, que es una secta chií) está bajo investigación internacional por el asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq Al Hariri, los iraníes tienen un aliado. En Líbano, los iraníes apoyan a Hezbollah, que reivindica como una victoria la retirada israelí del sur del país. Y Hamas sigue recibiendo ayuda iraní. Es decir, Irán no es Iraq. Saddam tenía ojeriza a los persas, pero coincidía con Ahmadineyad [president d’Iran] en lo que respecta a Israel. […] ¿Por qué Irán no puede tener armamento nuclear si ya lo tienen Israel e India, aliados frente al mundo musulmán? La respuesta que le dan a Ahmadineyad es la misma que le dieron a Saddam: porque India e Israel son democracias. El iraní mira entonces hacia Pakistán, poco escrupuloso con las prácticas democráticas, como lo hacía el ex dictador de Bagdad. […] El pulso por el controvertido programa nuclear iraní no ha hecho más que comenzar. En el mejor de los casos, dicen los expertos, a los iraníes les llevaría no menos de cinco años el rematar la primera bomba atómica chií. Hay tiempo, pues, para una partida de ajedrez o para una mano de póquer en la que los dos principales jugadores hace tiempo que se la tienen jurada. […] Hay ocasiones en que estos jugadores se levantan previsibles y prefieren el ajedrez. Un día, Washington se conforma con acudir al Consejo de Seguridad y Teherán protesta, pero no abandona el Tratado de No Proliferación. Por eso, si la partida fuera de ajedrez, el desenlace podría ser un compromiso por el que Irán aceptaría la oferta de que su uranio fuera enriquecido en Rusia. Pero otro día Washington deja circular las especulaciones sobre una posible acción militar, al tiempo que Francia acusa a los ayatolás de desarrollar un programa nuclear militar clandestino. Y Teherán contesta que no renunciará a su actividad nuclear. ¿Una partida de póquer, pues, con faroles incluidos? La cuestión clave es saber qué pretende Irán a cambio de renunciar a su programa nuclear. ¿Una compensación tecnológica y económica, como la ofrecida por la diplomacia europea a Teherán? No parece que Irán sea Corea del Norte, cuyo régimen podría contentarse con mantequilla. A Irán lo que le preocupa es su seguridad, rodeado como está de aliados estadounidenses. Si la solución fuera diplomática, Teherán, como dice Anatol Lieven, analista de New York America Foundation, pretenderá que se le garantice su seguridad, un destacado papel en el Golfo y voz en Afganistán e Iraq. […]