ABANS D’ARA
Opinió 24/09/2021

Anglada Camarasa, en La Pinacoteca (1936)

Peces Històriques Triades Per Josep Maria Casasús

ALEXANDRE PLANA 1936
2 min
Anglada Camarasa,  en La Pinacoteca (1936)

De l’article del crític Alexandre Plana (Lleida, 1889 - Banyuls, 1940) a La Vanguardia (19-VI-1936). Aquest 11 de setembre va ser el 150è aniversari del naixement del pintor Hermen Anglada-Camarasa (Barcelona, 1871 - Port de Pollença, 1959), intèrpret singular dels paisatges de Mallorca, on va viure molts anys després de projectar-se amb èxit des de París.

Antes de su envío a Norteamérica, Anglada Camarasa ofrece a nuestro público diez de sus cuadros más recientes. Son el núcleo central de su actividad en los últimos años. No son momentos de improvisación afortunada, sino el resultado lúcido de una larga gestación. Alguno de estos cuadros se empezó en un mes de abril y descansó verano e invierno hasta esperar en otra primavera la misma luz que lo inspiró. […] A Anglada Camarasa le mueve un impulso análogo al de un poeta lírico. Transforma 1a realidad en sus grandes composiciones de paisaje. Respira con una aspiración más profunda en este clima de la creación artística, cuando logra amplificar con sus pinceles la melodía corriente de la naturaleza que toma como asunto. Las ramas retorcidas de los viejos olivos, el verde claro de los limoneros, la masa petrificada de los altos picos o el reposo azul del mar, crecen ante sus ojos y se agigantan como si le fuese imposible ver las cosas en su medida normal. Ante una tela de proporciones pequeñas, su visión se ahogaría. Necesita telas de tamaño mayor para la libre eclosión de su fuga pictórica, una fuga que no surge y pasa como un relámpago, sino todo lo contrario: gira en torno de su impulso inicial y va formándose como las capas de una concha irisada en el agua del mar. Anglada Camarasa interpreta la naturaleza según su temperamento. Ni pretende servirse de ella para expresar sus sensaciones personales, ni se somete a sus exigencias para ser un mero órgano de transmisión. Pinta lo que imagina ver. De ahí su fervorosa adhesión al paisaje de Mallorca, y más concretamente, al de Pollensa. Este paisaje, desnudo de atmósfera, en que el aire vibra como un cristal, muestra la estructura de todos sus elementos con una limpidez absoluta. Como es imposible pintar la ausencia de clima atmosférico, cada artista ha de crearlo a través de su imaginación. Entonces se pinta lo que no existe y que debiera existir. La interpretación de Mallorca en la obra de Anglada Camarasa tiene un sello personal inconfundible. Toma como punto de partida la composición que le ofrece la realidad del paisaje; la vieja casa de labor en la frescura del valle o el tronco enorme de un pino cerca del mar, los rincones de un parque, o la mole granítica que se hunde en el cielo. Sobre la estructura real, la imaginación fecunda del pintor arbitra prodigiosamente los tonos y los matices del verde, del azul, del anaranjado y del gris, y ante una naturaleza en que la luz lo es todo, reivindica las leyes del color. De ahí esta sensación de vida misteriosa, alucinante y quieta que nos producen los paisajes de Anglada Camarasa. Sobre los elementos naturales apoya la línea ondulante y poderosa de su interpretación, que es tanto como decir de su temperamento.

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