Pactos: imposible que lo hagan mejor

No es cierto que en el resto de países europeos se gobierne tan mal

Xavier Roig
3 min

A lo largo del tiempo he ido contemplando la distancia que nos separaba de Francia en lo que se conoce como 'nivel de vida'. Al tener familia ahí, desde pequeño he ido observando su evolución. Desde los años sesenta del siglo pasado, cuando aquello me parecía otro universo. En los setenta, el sentimiento era una forma de rabia al no poder estar dónde ellos estaban. Los ochenta -la incorporación de España a las instituciones europeas- significaron disponer de herramientas para una cierta aproximación. Y si digo cierta es porque Francia es Francia y nosotros ... bueno, dejémoslo ahí, porque siempre ha sido así. El caso es que, desde los ochenta del siglo pasado, había podido ir observando una convergencia evidente entre nuestro nivel de vida y el nivel de vida francés en temas diversos.

Las últimas semanas he visitado varias regiones de Francia por motivos de trabajo. Hablo de ciudades de provincias. Por primera vez en algunos decenios, he detectado que nuestro nivel de vida diverge. Es una apreciación subjetiva, pero la sensación ha sido vivísima y afecta a varios aspectos. Desde el meramente físico -organización de los polígonos industriales, señalización y reparto de la vía pública, transporte ferroviario y conexiones, etc.-, hasta el comportamiento de la gente -ya les advertí de nuestra total falta de educación-, pasando por los servicios -Uber está en todas partes sin conflicto alguno con los taxis tradicionales, por ejemplo- o los medios de comunicación - hojear 'Le Monde' o 'Le Figaro' y los diarios regionales causa depresión si comparamos dónde estamos nosotros.

Unos medios, los nuestros, que -debidamente sobornados y estimulantes de la típica soberbia hispana- quieren enrasar Europa pregonando, entre otras cosas, que los políticos son malos partes. Y esta información es falsa. Sin duda que la democracia tiene retos y está en entredicho. Pero hay una Europa que funciona mejor que nosotros. Estos días, accediendo a informaciones publicadas por distintos medios franceses, he podido enterarme de cosas tales como el plan quinquenal que prepara el gobierno Macron; las reuniones (se han celebrado más de 10.000!) que todavía mantiene el gobierno con los 'chalecos amarillos' para pulir las conclusiones a sus protestas; los diversos pactos con Alemania para impulsar proyectos industriales paneuropeos donde nosotros, obviamente, no estamos invitados -por ejemplo, la creación de una especie de consorcio, estilo Airbus, orientado a la producción de baterías-; etc. Ya sé que Macron no es el progre que tanta gracia habría hecho a nuestros medios y a nuestra opinión pública tan 'popular'. Tampoco la señora Merkel nos hace pensar precisamente en barbacoas. Cierto.

Volver de Francia y darse de bruces con nuestra política -los "Pactos" son ahora el ejemplo- es desmoralizante. Todo es de papel de fumar. Puro vuelo gallináceo. Ya he comentada varias veces que nuestro sistema de selección de políticos solo puede conducirnos a una permanente degradación política -a todos los niveles: parlamentos, Ayuntamientos, etc.- ¿De qué nos sorprendemos, ahora? Los contertulianos y otros charlatanes que han pasado a llamarse -¡Dios Bendito! - "analistas" hacen relatos para mantener vivas a unas cándidas audiencias que les permiten ganarse un sobresueldo. Hay gente que se lo traga y piensa que va en serio. Es la insensatez que nos llevaría a creer que la varicela la cura el dermatólogo.

Toda esta charlotada que está teniéndo lugar no más que el resultado de un país políticamente débil. No es cierto que en el resto de países europeos se gobierne tan mal. Es, otra vez, una mentira. Lean la prensa internacional. No se conformen con lo que aquí se dice, que es poco. Vuelvan y accedan a webs de los Gobiernos y parlamentos europeos, más allá del Pirineo, y miren los currículos de sus miembros. Una clase política de mala calidad puede conducir a cualquier país al desastre. ¿Qué es, el nombramiento de Borrell, sino la imposibilidad de encontrar a alguien mejor para proponer a los dignatarios europeos y copar, así, la cuota de cargos que le corresponde a España?

Nuestro sistema -blindado por los partidos del postfranquismo- no ofrece ninguna esperanza. Miren, sino, el recorrido de Podemos y Ciudadanos. Imposible la renovación del sistema. O se amoldan a los hábitos tradicionales (el cabeza de partido hace las listas, cerradas, claro; se cobran jugosas subvenciones públicas; los elegidos gozan de sus chollos; etc.) o mueren. Los nuevos partidos tienen que adaptarse al sistema corrompido y viciado en origen, porque fuera de ahí no hay vida política.

Quieren malas noticias? Sí. Iremos a peor, sin duda. Quieren buenas noticias? También hay: los políticos de hoy son mejores que los de mañana. Disfruten del instante, pues!

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