Los alumnos que no duermen

Es evidente que demasiados alumnos, por diversas razones, no descansan lo suficiente, y difícilmente rinden adecuadamente en el instituto

Xavier Gual
2 min
Un total de 59.423 alumnes de tot Catalunya van fer al febrer les proves de 4t d'ESO, com aquests de l'institut La Sedeta.

Cada mañana, a las ocho, mientras entro en el aula, enciendo el ordenador y levanto las persianas, veo por la ventana cómo una hilera de alumnos aún arrastran los pies camino de la puerta del instituto. Aunque intento comenzar la clase, el goteo de dormidos que van entrando a menudo se alarga un cuarto de hora. Siempre pensamos que, aunque lleguen tarde, es mejor que estén dentro del aula que en una sala de castigados. Por mi parte, me apresuro enseguida a marcar el retraso y no la ausencia en un programa informático para que los padres no acaben recibiendo una llamada muy poco tranquilizadora.

Siempre son los mismos, y para ellos incluso entra dentro de una cierta rutina. Algunos apuran el primer cigarrillo del día, otros simplemente vienen dormidísimos porque el timbre de clase es su despertador, y no es broma. Dentro de este segundo grupo encontraríamos matices. Tendríamos los alumnos que salen puntuales de casa pero que por diversas razones no entran nunca a la hora, y los que sus padres ya se han ido antes a trabajar y no son capaces de levantarse a tiempo para desayunar y llegar. También tenemos casos en que los padres nos piden que no les molestemos con las llamadas, que sus hijos siempre vendrán tarde, por ejemplo, a partir de las nueve.

Es evidente que demasiados alumnos, por diversas razones, no descansan lo suficiente. De hecho, yo tampoco descanso lo suficiente, pero al menos soy un adulto que tiene claras sus obligaciones. Los adolescentes necesitan alguien que les controle las horas de sueño. Cuando te entrevistas con los padres a menudo reconocen que en cuanto su hijo cierra la puerta de su habitación no saben qué hace. Pero es evidente que van a dormir muy tarde, enganchados a los juegos o los móviles. También hay padres poco responsables que se tiran en el sofá de casa con los hijos mirando la tele hasta las tantas. Y luego te encuentras alumnos que duermen literalmente en clase, y que si no los despiertas incluso roncan. He llegado a ver cómo los compañeros los graban con el móvil con la intención de esparcirlo por las redes y reírse. Difícilmente estos alumnos rinden adecuadamente en el instituto, incluso pueden pasar de la pasividad a la irritabilidad extrema. Se arrastran de clase en clase como zombis, y cuando por fin se han espabilado un poco ya se ha hecho la hora de volver a casa, donde harán, después de comer, una larga siesta.

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