Manuel Cruz o la propuesta federal

El PSOE tendrá que perfilar una propuesta para Cataluña. Espero que lo hagan

Xavier Domènech
4 min

La sucesión de elecciones vividas en dos meses hace que los acontecimientos se acumulen sin solución de continuidad. Sin embargo, el resultado de todo ello para algunos parece claro. Tal como afirmaba José Zaragoza en las redes –después de asegurarse la entrada en el Ayuntamiento de Barcelona en mejores condiciones que en 2016, con la inestimable ayuda de Manuel Valls– todo se resumía en un: “Hemos vuelto”. Faltaba a esta lacónica y contundente afirmación una música de fondo de 'El Imperio contraataca' o de 'Aún sé lo que hicisteis el último verano', pero la ausencia no restaba verosimilitud. El PSC, aun habiendo perdido las dos únicas capitales de provincia que tenía en Cataluña, impulsado por el resultado del PSOE el 28-A, es ahora mismo el espacio que más poder de Estado amasa en Cataluña. Sin embargo, tal como decían los clásicos, "great power involves great responsibility" (frase que todo el mundo atribuye al gran Spider-Man, pero que en realidad proviene del último discurso antes de morir del no menos gran presidente Roosevelt).

En este sentido, a la espera aún de la formación del nuevo gobierno del Estado, ya sabemos que la tercera y la cuarta autoridades del Reino de España pertenecen a dos personas que se han presentado en las listas del PSC: Meritxell Batet y Manuel Cruz. No solo eso, dos personas que la entidad Federalistas de Izquierdas identifican como claramente federalistas, cosa no extraña teniendo en cuenta que Manuel Cruz, catedrático de filosofía contemporánea de la UB, fue su presidente hasta que su elección por las listas del PSC en 2016. Todo esto con un gobierno, el de Pedro Sánchez, que según otro destacado miembro de Federalistas de Izquierdas, es “el gobierno más federalista desde los tiempos de la Primera República”, la presidida por el catalán Pi i Margall. De hecho, si el PSC es el que más poder de Estado amasa ahora mismo en Cataluña, Federalistas de Izquierdas es claramente la entidad con más éxito en el mismo sentido. Esta organización, que agrupa a personas de la órbita del PSC e ICV, con una influencia más que creciente dentro del mundo de los 'Comuns' y Podemos, cuenta en sus filas no tan solo con primeras autoridades del Estado, sino también con miembros escogidos recientemente por el Consejo de Estado, como la catedrática de filosofía de la UAB, y senadora por el PSC en los últimos gobiernos de Felipe González, Victòria Camps. De hecho, si se pensaba que el federalismo había muerto, ahora mismo parecería –cogiendo las declaraciones más entusiastas de sus filas– que está viviendo una nueva primavera. Aunque curiosamente en el programa electoral del PSOE para el 28-A no había ninguna propuesta ni federal, ni federalizante, en todo caso será necesariamente de estas filas de donde surgirá la propuesta del gobierno de España para solucionar el contencioso catalán. De nuevo, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Pero no parece que la propuesta esté muy perfilada.

Manuel Cruz, en su primera entrevista, anunciaba una bomba informativa que llenó de alegría a alguno de sus seguidores en las redes: para poder producirse la reconciliación hacía falta una sentencia absolutoria de los presos políticos. Duró poco, inmediatamente el mismo periódico rectificaba: no lo había dicho. En todo caso sí afirmaba dos cosas importantes para entender por dónde va esta propuesta “federalista”. Para él, en primer término, el federalismo es el gran enemigo de los nacionalistas y, en segundo término, la propuesta federal debía hacerse en un país que en realidad ya es “casi” federal y ahora de lo que se trataba no era tanto de descentralizar, sino de construir el federalismo “cooperativo”. La primera afirmación no deja de sorprender, ya que durante la II República los únicos que pidieron un estado federal fueron precisamente los nacionalistas gallegos y catalanes y quien se posicionó en contra fue el PSOE, con la ayuda inestimable de los letrados del Estado y los orteguianos. La segunda afirmación necesita traducción. El “federalismo cooperativo” emerge como concepto en los años sesenta en los EE. UU. Lo hace suyo la administración Nixon para producir más federación, es decir, más control desde el gobierno central, y menos federalismo, menos soberanía de los estados federados. Hará fortuna también en Alemania en los mismos tiempos a partir de la primera Gran Coalición, constituida en un momento de fuerte conflictividad política para producir “una sociedad integrada”. En realidad, a pesar del nombre, tuvo lugar un proceso de recentralización del poder que llevó a la creación de una gran burocracia y a una falta absoluta de transparencia democrática. La reacción a este movimiento recentralizador en estados federales llevó al abandono del concepto, que más que cooperativo se consideró coercitivo, a partir de la década de los noventa. Por todas partes menos en España. Precisamente en un país que no es “casi federal” ni federal y que, además, a diferencia de los EE. UU. y Alemania, es plurinacional, aquí donde tal cosa no existe se propone precisamente “centralizarlo”. Decía Pi i Margall que “no por ser descentralizador se es federal”. Y afirmaba también Valentí Almirall –él y Pi i Margall son los dos grandes pensadores del federalismo catalán y español– que ya no podía llamarse a sí mismo federalista. De hecho, su propuesta final era confederal, básicamente porque según decía: “Los que somos federales no podemos llamarnos así mientras los que ni lo son ni quieren serlo van paseando la palabra por calles y plazas”.

Ciertamente “han vuelto”, con menos diputados que los que tenía el PP antes de la moción de censura, cosa que a veces parece que no se tiene presente, y todavía sin saber si quieren acercarse a Cs o a los que les dieron el gobierno en aquella misma moción, y tendrán que perfilar una propuesta. Espero sinceramente que lo hagan, más allá de los tanteos iniciales. Por si sirve, ahora que se sitúa al gobierno actual al nivel del de la Primera República, conviene recordar que el proyecto de constitución de aquella República definía la existencia de una estado catalán soberano. Es el que reclamó Lluís Companys un octubre de 1934, un estado catalán dentro de una República federal española. No sé si era cooperativo, pero seguro que no era coercitivo y sí federal.

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