“La desesperación hace que la gente vote a la extrema derecha”

Un indignado Petros Márkaris carga contra el mundo universitario en ‘Una universidad para asesinos’

Sílvia Marimon
3 min
Petros Màrkaris a la Biblioteca Jaume Fuster, on ahir va presentar el seu nou llibre.

Barcelona“Para escribir una novela necesito tener algo que me enfurezca. En este caso ha sido la difícil situación que viven las universidades griegas”, dice el escritor griego Petros Márkaris (Estambul, 1937). El comisario Kostas Jaritos, que acompaña Márkaris desde hace 24 años, es muy bueno resolviendo crímenes, pero en sus conversaciones —sobre todo las que tiene con su familia— hay una gran dosis de la realidad griega. Jaritos ya tiene una edad y ha vivido muchos episodios de la historia de Grecia: ingresó en la policía en plena dictadura (1967-1974) y ha tenido que lidiar con la inmigración, las organizaciones de extrema derecha, el terrorismo, la corrupción, el blanqueo de dinero... En Universidad para asesinos (Tusquets, en catalán y en castellano) entra en las aulas: tiene que investigar el asesinato de profesores universitarios que han abandonado la enseñanza para dedicarse a la política.

“Me indigna que algunos académicos se vayan de la universidad temporalmente para ser ministros —cuenta Márkaris mientras mueve las manos irritado—. Dejan de cobrar sus salarios, pero la universidad no tiene fondos para contratar a nuevo profesorado. Ellos tienen trabajo fijo y volverán, pero, mientras tanto, los estudiantes dejan de recibir clase, y eso creo que es inaceptable”. A una de las víctimas le chiflan los pasteles hasta extremos enfermizos; a los profesores que se pasan a la política, según Jaritos, les tienta la idea de ocupar una silla ministerial y salir en televisión.

Estudiantes sedientos

Márkaris nació en Estambul. Su padre era armenio, su madre griega, y estudió en una escuela alemana. Aparte de novelista, es dramaturgo, guionista y traductor. Ha traducido Fausto, de Goethe, al griego. “El departamento de estudios alemanes me pidió un curso sobre la traducción de Fausto. El primer día eran 80 estudiantes. Acabaron siendo 800. Hay muchas ganas de aprender, pero no hay recursos”, explica Márkaris. La crisis que castiga a la educación hace enfadar al escritor, pero —como su comisario— no pierde el sentido del humor: “No soy académico, pero hago trabajo de académico, y los académicos no hacen su trabajo porque hacen de políticos. Esto es Grecia”. El escritor es un hombre implicado con los problemas que sufre su país. Cuando decidió escribir una trilogía sobre la crisis, un periodista le preguntó si los problemas de Grecia darían para tantas novelas. Ya lleva cinco: Con el agua al cuello; Liquidación final; Pan, educación, libertad; Hasta aquí hemos llegado, y Offshore, todas publicadas por Tusquets.

Sus novelas de intriga son una crónica, como él mismo admite, de los tiempos que le ha tocado vivir: “Muchos lectores lo ven así, especialmente en los países de Europa del sur, porque les es fácil identificar los casos o el cuerpo policial, y también la vida familiar”. Jaritos no es un detective que pase las noches en solitario y con un vaso de whisky, sino que cuando sale del trabajo se va a casa con su mujer, Adriani, ama de casa y gran cocinera. La comida, en las novelas de Márkaris, es importante. Katerina, la hija, es abogada y defiende los derechos de los inmigrantes.

La importancia de la familia

Márkaris es uno europeísta convencido. Syriza, el partido de extrema izquierda del primer ministro, Alexis Tsipras, se hundió en las elecciones europeas y los comicios griegos se han adelantado al 7 de julio: “Fueron muy ingenuos al pensar que un país pequeño y endeudado como Grecia podía acabar cambiando Europa, y ahora la gente está desesperada para salir de la crisis y creen que votando a la centroderecha saldrán de ella”. El escritor opina que en Italia Matteo Salvini no gana porque el electorado sea de extrema derecha: “La desesperación hace que la gente vote a la extrema derecha. En una situación desesperada nadie puede tener la cabeza clara”.

Hay un cierto paralelismo entre las situaciones que describe Márkaris y España, donde la dictadura también acabó en la década de los 70. Pan, educación, libertad, el título de una de sus novelas, es el lema que utilizaron los estudiantes que lucharon contra la dictadura. Es la generación de la Politécnica. “Demostraron ser muy valientes, porque resistieron a la dictadura, pero cuando la dictadura acabó empezaron a desarrollar sus carreras en la política, el sindicalismo y el mundo universitario, y su actitud sigue siendo la misma. Es un estado mental de resistencia”. Y sin abandonar la sonrisa sagaz, recuerda el comentario de uno de los personajes de la novela: “Ya no quedan pensadores, solo hay intelectuales”. ¿Y ahora, por qué está enfadado Márkaris? El título de su nueva novela es una pista: La edad de la hipocresía.

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