COMPAÑEROS DE VIAJE

Mientras exista la música

Rafael Argullol
2 min
Daguerreotip amb un retrat del filòsof danès fet el setembre del 1852.

Uno de los libros sobresalientes del siglo XIX, más citado que leído, es 'El mundo como voluntad y como representación', publicado por Arthur Schopenhauer en 1818. Es uno de esos libros insondables a los que puedes regresar mil veces sin que se agoten nunca los tesoros, a veces oscuros, que contiene. La riqueza del libro en parte proviene de su espléndida escritura. Schopenhauer, al igual que Kierkegaard o Nietzsche, se aleja del estilo filosófico sistemático, a menudo excesivamente abstracto, para refugiarse en lo paradójico y fragmentario. Su recepción ha suscitado violentos antagonismos: padre del irracionalismo moderno para unos, para otros es un pensador sutil de la liberación espiritual.

Leyéndolo pueden comprenderse ambas posiciones. A mí me interesan, por encima de todo, las grandes paradojas que supo formular: el individuo es sólo capaz de llegar a un cierto grado de emancipación si es capaz de romper con su individualidad, de escapar, por así decirlo, a los límites de su piel. Lo que encontrará al final del camino quien realiza tal aventura también es paradójico. De un lado, en carne viva, se topará con el dolor de la existencia pero, por otro lado, estará en condiciones de elevarse en la contemplación desapasionada de las cosas, una suerte de nirvana.

A partir de esta concepción Schopenhauer es uno de los primeros pensadores occidentales en acercarse con entusiasmo a la metafísica hindú, apenas conocida en la primera mitad del siglo XIX. Frente al desvarío depredador de las acciones humanas el filósofo reivindica una contemplación esencialmente estética que, si no salva, sí ofrece consolación. En estas circunstancias, como no podría ser de otro modo, la música adquiere una función de gran relevancia por ser el arte que invita en mayor medida a alcanzar el estado contemplativo. De hecho, de entre la avalancha de paradojas que contiene El mundo como voluntad y como representación, siempre recuerdo la convicción de Schopenhauer de que la música podría continuar existiendo aun cuando el universo dejara de existir. Creo que tenía razón.

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