El genio más excéntrico de la televisión

Cientos de personas se pelearon para ver las demostraciones de televisión de Baird

Mònica Planas
2 min

El 3 de julio de 1928, uno de los pioneros de la televisión consiguió mostrar públicamente una retransmisión en color. Era John Logie Baird, ingeniero eléctrico y escocés excéntrico nacido en 1888 en Glasgow. Tenía una salud precaria. Su biografía lo define como un hombre tan delgado que parecía transparente. Inventó un remedio que le curara las hemorroides, pero sólo las agravó. Intentando fabricar diamantes artificiales provocó un apagón en toda la ciudad de Glasgow. Los constantes fracasos vendiendo calcetines, mermelada y jabón terminaron provocándole una crisis nerviosa que exigió un tiempo de convalecencia.

En 1923 Baird se retiró a Hastings, Sussex. Allí fabricó una maquinilla de afeitar con una hoja de vidrio. Decía que garantizaba la seguridad del usuario, pero él mismo sufrió un corte muy grave. Fabricó unos zapatos con suelas neumáticas, para correr a más velocidad. Puso unos pequeños globos dentro de unas botas y se puso a correr. Después de varios accidentes, los globos acabaron explotando. Por suerte, uno de sus inventos comenzó a funcionar: con una bicicleta, una lata de galletas, agujas y una cuerda consiguió la semilla de lo que acabaría siendo la televisión. El diario local 'Hastings and St. Leonard s Observer publicaba en 1924 un chiste sobre los inventos de Baird que dejaba entrever que en un futuro próximo las personas podrían seguir un partido de fútbol en directo desde el cine. El éxito le hizo volver a Londres en 1926, donde fue perfeccionando su invento. Su siguiente creación fue la imagen televisiva en color, que demostró en su laboratorio de Long Acre en 1928. Su biógrafo relata: "La viveza realista de los colores a través de la pantalla de recepción era bastante notable. Cuando se retransmitió el rostro humano, se veía de un rosa delicado, pero cuando sacaba la lengua tenía un rosa más intenso. También se ataba bufandas de varios colores alrededor del cuello o se ponía un sombrero de policía de color azul. Y cada color se apreciaba con claridad: un ramo de flores azules, otro de rosas rojas, aparecían de manera fascinante y de un color muy parecido al original". En agosto de ese mismo año, cientos de personas se pelearon para ver las demostraciones de televisión de Baird: media hora de canciones e historias irlandesas explicadas por Peggy O'Neil, la estrella de aquella época. Baird también emitió el primer anuncio de televisión, del 'Daily Mail'. En 1929 proveyó la BBC de su primer programa, en blanco y negro, cinco mañanas a la semana. Y en 1931 televisó la carrera de caballos del Derby de Epsom. Fue la primera transmisión en directo hecha en exteriores.

Pero la historia terminó mal. Baird se encontró con la competencia de la organización Marconi-EMI, que la BBC acabó prefiriendo. Sin el éxito y el reconocimiento que había anhelado, Baird sufrió una depresión y se murió a los 57 años. Desde los inicios, la televisión se ha caracterizado por ser un medio cruel.

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