VENEZUELA

Chávez, omnipresente en las escuelas venezolanas

La figura del comandante es admirada y recordada constantemente en las aulas

Mònica Bernabé
4 min
Alumnes de quart curs de primària a l’escola pública El Llanito, al barri de Petares de Caracas.

Enviada especial a CaracasLo primero que uno ve cuando aterriza en el aeropuerto de Caracas es un gran cartel publicitario en la entrada de la terminal que dice: “Venezuela, quinto lugar en el mundo en mayor matrícula universitaria”. La Constitución venezolana, aprobada en 1999 con el comandante Hugo Chávez en el poder, establece que la educación es obligatoria en el país de los 0 a los 16 años. Es decir, todos los niños y niñas deben estar escolarizados y, además, de forma gratuita.

El colegio el Llanito es uno de esos muchos centros educativos públicos que existen en Venezuela. Está en el barrio de Petares, una zona humilde del este de Caracas, y cuenta con 774 estudiantes de primero a sexto grado de educación primaria. En el vestíbulo de la escuela hay un pequeño mural dedicado a Chávez, con una leyenda que dice “conociendo y recordando al comandante” y diversas fotografías donde aparece sonriente quien fue presidente de Venezuela entre 1999 y 2013.

“El colegio realmente mejoró mucho con Chávez”, asegura su directora, Reina Simonelli, que hace 26 años que trabaja en la escuela y afirma que ella mejor que nadie puede explicar la evolución del centro educativo: se hicieron reparaciones en el edificio, se pintaron las gradas del patio con los colores de la bandera venezolana, se empezaron a regalar mochilas escolares e incluso pequeños ordenadores portátiles a cada uno de los alumnos, y se lanzó una nueva y colorida edición de libros de texto, la colección del Bicentenario, que los alumnos aún continúan utilizando en clase actualmente. Todos los libros indican en la primera página que Chávez es el “comandante supremo de la revolución bolivariana” –palabras textuales- y están repletos de referencias a Simón Bolívar, presentado como el gran libertador de América Latina.

“Chávez quería que no sólo los niños ricos tuvieran un portátil”, afirma la directora para justificar que se repartieran ordenadores a todos los niños de 8 a 12 años. Sin embargo, admite, desde hace unos tres años no han vuelto a ver más portátiles, ni tampoco mochilas escolares. Ahora en el auditorio del colegio chorrea agua por una de las paredes a causa de un escape, y en los lavabos los niños toman agua de un bidón con un pequeño cazo de plástico para poder lavarse las manos. No hay agua corriente.

En la clase de cuarto grado los alumnos, vestidos con uniforme –polo de color blanco y pantalón azul-, siguen atentos las explicaciones de la profesora hasta que la directora entra en la aula. Entonces todos se ponen de pie, disciplinados, y dicen al unísono: “Buenos días”. En la clase de al lado, de quinto grado, un grupo de seis escolares hacen una exposición ante el resto de sus compañeros sobre las riquezas de Venezuela. Recitan la lección de memoria, a veces a trompicones.

“El presidente Chávez hizo un plan para que aprovecháramos la luz del sol y Venezuela no fuera tan pobre. Pero como nadie le hizo caso, ahora estamos de esta manera”, expone uno de los alumnos, de 11 años. Desde marzo los apagones son habituales en Venezuela. El niño sigue explicando: “Por eso ahora tenemos que ahorrar energía eléctrica. Por ejemplo, es mejor utilizar una televisión normal que una pantalla de plasma”, detalla, mientras la profesora asiente con la cabeza.

Matrículas universitarias

Mariella Azzato, que es vicerrectora administrativa de una de las universidades públicas de la capital venezolana, la Simón Bolívar, no sabe si es cierto eso que dice sobre la matrícula universitaria el cartel publicitario que hay en la entrada de la terminal del aeropuerto de Caracas. “Pero no me extrañaría que lo fuera. Ahora entra en la universidad cualquiera”, espeta. El gobierno de Chávez eliminó el examen de admisión a las universidades y, según Azzato, los alumnos que ahora les llegan a las aulas de la Simón Bolívar no tienen la preparación necesaria. “Si en una clase de 200 estudiantes sólo aprueban cuatro en el primer año de carrera, significa que algo falla”, asegura.

Olga Ramos, representante de la Asamblea de Educación –un colectivo formado por expertos y profesores-, es aún más explícita: “Que haya educación obligatoria en Venezuela no significa que los estudiantes salgan del instituto con conocimientos. Los programas de estudios no son completos ni rigurosos, y una parte de la formación tiene un componente ideológico”, afirma.

A eso hay que añadir que muchos profesores se han ido del país y hay asignaturas que ni se imparten por falta de personal docente. Mariana es una guapa adolescente de 15 años y tez morena que cursa tercero de bachillerato, y corrobora que ella misma ha vivido esa situación en su instituto. De los quince profesores que había inicialmente en el centro educativo, sólo quedan siete, precisa. Y durante todo el curso no ha hecho ni una sola clase de física o química, y sólo algunas de castellano porque simplemente no había ningún maestro que pudieran impartir esas asignaturas. A pesar de ello, el año que viene ella cursará cuarto de bachillerato y aspira a estudiar en la universidad.

La Universidad Simón Bolívar ha empezado a hacer cursos de nivelación, es decir cursos para enseñar a los estudiantes conocimientos que ya deberían haber adquirido en el instituto. Mariella Azzato dice que no les queda más remedio si no quieren condenar a los alumnos al fracaso: o eso, dice, o hacer la vista gorda y regalarles los títulos universitarios.

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