El mar Mediterráneo, ese agujero informativo

Francesc Millan
1 min
Imatge d’arxiu de les restes d’una pastera cremada enmig del Mediterrani central el gener del 2018.

La pandemia no ha dejado en segundo lugar –ni en tercero, cuarto o quinto– lo que sucede en el mar Mediterráneo. No lo ha hecho porque, antes del covid-19, la crisis que se vive desde hace años en el mar donde nos bañamos a en verano ya estaba más que silenciada. El Mediterráneo central –también el resto de caminos marítimos que buscan Europa– se ha consolidado como un agujero informativo inmenso. Sin ningún operativo de rescate oficial efectivo y con las ONG boicoteadas –el gran legado de Matteo Salvini–, la ruta hace tiempo que se queda sin que nadie la observe la mayor parte de los días.

Resultado: nadie puede saber cuántas pateras naufragan al año o cuántas personas mueren ahogadas al mes. Probablemente nunca lo sabremos y, por lo tanto, hablar de cifras es, directamente, absurdo. Pero hay una circunstancia que, como mínimo, nos da pistas de la magnitud real de la tragedia. Cuando ONG como Proactiva Open Arms inician una misión, no acostumbran necesitar mucho más de veinticuatro horas para localizar las primeras embarcaciones en riesgo de naufragio. En estas misiones, que suelen durar dos semanas, se hacen varios rescates, normalmente hasta que la situación a bordo roza el límite y se ven obligados a volver a puerto.

Ante este patrón, la pregunta preocupa: ¿qué pasa cuando las ONG no están y, como por ejemplo ahora mismo, nadie mira?

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