Crítica de sèries

¿Es 'Lupin' el equivalente francés a 'La casa de papel'?

Como la serie española, el nuevo fenómeno de Netflix también celebra la figura del ladrón antisistema

Eulàlia Iglesias
3 min
L'actor Omar Sy al Museu del Louvre en una escena de la sèrie 'Lupin'.

'Lupin'

George Kay y François Uzan para Netflix. En emisión en Netflix España

Hacía tiempo que Francia no disfrutaba de un triunfo internacional como el de Lupin. La serie creada por George Kay y François Uzan encabeza la lista de los más vistos en Netflix no solo en su país sino también en buena parte de Europa. Y ahora mismo le disputa el número uno de audiencia a Los Bridgerton en los Estados Unidos y en el Reino Unido. Esta ficción ha sabido combinar diferentes factores clave. Actualiza una de las figuras más populares de la cultura francesa, Arsène Lupin, el caballero ladrón creado por Maurice Leblanc que paseó su astucia y elegancia por un par de docenas de libros originales y propició una infinidad de obras similares. Un buen ejemplo de su trascendencia internacional son las películas y series japonesas que se inspiran en él, como lo opera prima de Hayao Miyazaki El castillo de Cagliostro (1979). Además, Lupin encaja a su manera en la tendencia creciente de las plataformas de apostar por el formado miniserie, que, como explicaba la analista Elena Neira en Business Insider, resulta mucho más eficaz en la era del consumo maratoniano y la sobreabundancia de estrenos. En este caso, hablamos de una primera temporada, pero de solo cinco episodios. Y para dar vida a Assane Diop, esta reinterpretación contemporánea del ladrón de guante blanco por excelencia, se ha confiado en Omar Sy, protagonista de otro gran éxito global francés, la película Intocable (2011).

En cierto modo, el fenómeno Lupin recuerda a La casa de papel, y no solo por ser una serie no hablada en inglés que consigue arrasar en medio mundo gracias a Netflix. En los dos casos se exalta la figura del estafador que utiliza sus habilidades en contra de los poderosos. En la creación de Álex Pina, los protagonistas asaltan La Fábrica de Moneda y Timbre en un plan maestro cargado de giros y complicaciones. En el primer episodio de Lupin, el protagonista y sus cómplices llevan a cabo un golpe criminal en uno de los escenarios emblemáticos de París, el Museo del Louvre. En la serie española, la canción Bella ciao otorga un poso de rebeldía política al atraco a gran escala que perpetran los protagonistas. En Lupin, la principal motivación del protagonista tiene mucho de venganza de clase, como hijo huérfano que es de un chófer encarcelado injustamente por una acusación de los millonarios para los cuales trabajaba. A pesar de que acaben siendo ficciones bastante diferentes, las dos hacen patente la vigencia universal de la fantasía del bandolero que roba a los ricos para dárselo a los pobres.

Lupin es una serie de éxito indiscutible. Ahora bien, ¿es una buena serie? Esta creación francesa también engloba muchos de los problemas de ciertas ficciones actuales, tan eficaces como mediocres. Siguiendo con los paralelismos, al contrario de lo que pasaba en las primeras temporadas de La casa de papel, aquí no hay ninguna celebración de la gran estafa como arte. Diop tira adelante sus camelos con trapicheos simples y tramposos también de cara al espectador. A pesar de la carga antirracista, este heredero espiritual de Lupin resulta bastante rancio como personaje. Se lo dibuja como un hombre adorado por las mujeres y a quienes se le perdona ser un mal padre. Por un momento, la serie parece querer visibilizar a un tipo de personaje, la mujer madura desgastada, poco habitual en las ficciones. Pero acaba otorgándole el mismo destino que precisamente hasta hace poco habían tenido los colegas negros de protagonistas blancos. ¿Y qué decir de la realización? Cualquier idea de puesta en escena como expresión significativa queda aquí totalmente aniquilada bajo un simulacro de dinamismo generado por una cámara en constante movimiento porque sí y un montaje atropellado.

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