Puigdemont y el Beagle

El Estado no tiene estrategia más allá de la represión

Esther Vera
3 min

DirectoraDice Darwin que las mutaciones se dan en un largo proceso y que el concepto clave es la selección natural. Los que se adaptan mejor al medio, incluyendo los humanos, tienen más posibilidades de sobrevivir y reproducirse. El independentismo está haciendo un proceso de reflexión que le puede llevar a hacer un cambio de estrategias leyendo la realidad que se impone injustamente o quedar atrapado en el enfrentamiento desigual con el dinosaurio. Sí, el dinosaurio también se extinguió.

1. La gran victoria del soberanismo fue el 1 de octubre. Una victoria cívica que se reiteró en las urnas el 21-D, que dio legitimidad democrática indiscutible a la voluntad popular de convertirse en un estado. Las elecciones dejaron claro que el independentismo tiene el 47,5% de los votos. Un gran resultado si se mira hacia el pasado y un resultado con limitaciones internas más que evidentes si se pretende erróneamente acelerar el futuro.

2. Cualquier estrategia política desde Cataluña de mantener el enfrentamiento con el Estado debe asumir los costes de la desigualdad de fuerzas. Buena parte del estamento judicial, el principal partido de la oposición y la prensa dócil del Estado, por no mencionar la Corona y las grandes empresas, están perfectamente alineados con el gobierno del PP. El objetivo es acabar con el proceso catalán al precio que sea.

3. El Estado ha decidido aplastar el movimiento. Y asumir los costes reputacionales y en términos de calidad democrática de hacerlo, aunque algunos tengan que ponerse rojos en algún foro internacional. La Unión Europea ha aceptado mirar hacia otro lado mientras España hace saltar por los aires su seguridad jurídica y las garantías democráticas. La solidaridad entre estados es indiscutible y si algún día la justicia europea da la razón a los políticos independentistas, los costes habrán sido muy altos para muchos.

4. La negociación sobre la investidura está bloqueada básicamente en función del calendario judicial. Mireia Boya, de la CUP, está citada para ir a declarar en el Tribunal Supremo el día 14, y el día 19 serán las secretarias generales de ERC y del PDECat, Marta Rovira y Marta Pascal, las citadas ante el juez. Hay tensión entre ERC, la CUP, la lista del presidente Puigdemont y el PDECat por la diferente lectura de la situación y de la valoración de los costes personales que se pueden hacer asumir a decenas de cargos políticos de primera línea.

5. El riesgo de rotura interna del independentismo existe. Las relaciones personales quedaron muy deterioradas en los eventos previos a la declaración del 27-O y las acusaciones de traición al presidente y a los partidarios de la convocatoria electoral. Uno de los actores afirma en privado que se terminó haciendo estratégicamente "lo peor que se podía hacer", que era "proclamar pero no ejecutar la República". Esto decepcionó tanto a los que creían en una proclamación efectiva exprés como a los que confiaban en una operación gradual en función de la mayoría interna. La historia juzgará las horas que van entre la declaración parlamentaria simbólica de aquel viernes y la mañana del lunes con Carles Puigdemont camino de Bruselas vía Marsella mientras Josep Rull estaba en el despacho rodeado de cámaras.

6. El sábado se cumplieron 100 días del encarcelamiento de Oriol Junqueras y Joaquim Forn, y 117 del de Jordi Sànchez y Jordi Cuixart. Los costes personales para todos ellos son enormes, y habría que ir con pies de plomo para no agravar su situación. Los próximos meses se juzgará la causa construida y será imposible hacer política más allá de la gestión, conviviendo con un macroproceso al independentismo.

7. Las políticas de confrontación necesitan una valoración cruda de las fuerzas, y las políticas de resistencia necesitan un lugar desde donde hacerlo. Para encumbrarse hace falta un castillo, y en estos momentos el 155 es una humillación diaria que paraliza el país y la Generalitat. También sería una humillación a la institución que el presidente Puigdemont no tuviera un reconocimiento simbólico a su figura, pero defender que su presidencia puede ser efectiva desde Bruselas está entre el deseo y el engaño.

8. Una de las decepciones del Procés es la actuación de muchos demócratas españoles, que ven cómo se van fundiendo las garantías democráticas. Cómo la libertad de expresión y de pensamiento retrocede, como la justicia se alía naturalmente con los sectores más duros del Estado profundo. Cómo el pacto de la Transición no tiene quien lo pretenda renovar más allá de la involución del nacionalismo español.

9. Vista la situación, ¿es momento de acelerar o de replegarse y buscar una nueva estrategia interna? El futuro del país dependerá de cuál sea la respuesta de los independentistas y de si culmina la implosión entre ellos.

10. El futuro del Procés depende de cómo de larga sea su mirada, porque el Estado no tiene estrategia más allá de la represión.

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