Referéndum sin aditivos ni colorantes

Puigdemont ha recuperado el discurso del referéndum, que tiene un valor democrático internacional incontestable

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El control de los tiempos es clave en el arte de la política, y el procés no ha podido ser un modelo de estrategia florentina sino una acelerada resolución de tensiones internas y externas. La presión de la calle y las desconfianzas entre políticos se han resuelto con decisiones que a menudo incorporaban una cuenta atrás que, aunque permitía un nuevo impulso, restaba capacidad de maniobra, y ponía en peligro la incorporación de mayorías cuanto más amplias mejor. Cuando la CUP rompió el acuerdo de estabilidad, el presidente Puigdemont dobló la apuesta y frenó. Y se ha sometido a una cuestión de confianza que ha aprovechado para renovar el impulso del proceso político, y al mismo tiempo para intentar reagrupar fuerzas y abrir el escenario.

Puigdemont ha recuperado el discurso del referéndum, que tiene un valor democrático internacional incontestable y que permite interpelar directamente a los soberanistas de Catalunya Sí Que es Pot. No ha quemado etapas y le dijo al Estado que "la oferta no caduca", pero advirtió que "tampoco paraliza". Es decir, si el Estado es capaz de afrontar la cuestión catalana, se puede negociar cómo celebrar el referéndum. Si no, se convocará con una legalidad propia dentro de un año. Mientras tanto, el sistema político español ha implosionado. Ni PP ni PSOE parecen capaces de asumir su responsabilidad de repensar España. Puigdemont es un independentista desacomplejado y esperará. Como decía hace unos meses: "Haré lo que he venido a hacer". Ha puesto fecha el referéndum. A secas, "sin aditivos ni colorantes".

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