La bolsa y el coronavirus, el huevo y la gallina

Ernesto Ekaizer
3 min
Wall Street ha tingut una de les pitjors setmanes dels últims anys, acumulant pèrdues de més del 14% en només cinc dies.

MadridLa culpa es del coronavirus. ¿Es verdad? ¿No es más cierto que el coronavirus fue el gatillo? Acaso, empezando por Wall Street, ¿no estaban las bolsas en un mercado de cotizaciones manifiestamente infladas?

La última semana de febrero de 2020 fue una semana negra: la Bolsa de Madrid perdió un 11,8, la peor semana desde mayo de 2010, mientras que el resto de las bolsas europeas, Wall Street y las asiáticas sufrieron la peor semana desde octubre de 2008.

Para conocer aproximadamente lo que ha ocurrido con las ventas masivas que provocaron la caída dramática de las cotizaciones hay que unir todos los datos, incluyendo, claro, la información política.

En enero y febrero, tras un mes de propagación del virus en China, las agencias de inteligencia de Estados Unidos empezaron a advertir a la administración, a través de información clasificada (secreta), que las consecuencias serían inevitables. Los servicios norteamericanos estaban siguiendo paso a paso la epidemia en Wuhan y su inicial propagación a otros países.

Mientras, el presidente Donald Trump mantenía, tanto en público como en privado, el mensaje de que el virus no tendría serias consecuencias. Y algunos miembros de su administración incluso llegaron a decir que la situación en China podía ser beneficiosa para EE.UU. en la guerra comercial en curso.

Trump, para sellar el silencio en aquellas fechas, dio la orden de mantener clasificadas las reuniones de altos funcionarios en el departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), la agencia más importante del gobierno.

En la última semana de febrero, el día 26, Trump mantuvo conversaciones con los principales fondos que operan en Wall Street y les urgió a no vender, a mantener sus posiciones. Pero desde que los informes de inteligencia empezaron a hacer serias advertencias, algunos altos cargos comenzaron a vender títulos en bolsa.

El 13 de febrero el presidente del Comité de Inteligencia del Senado, Richard Burr, dio instrucciones para vender el equivalente de entre 628.000 dólares y 1,7 millones de dólares en 33 órdenes separadas. Algunos de estos títulos, según informó ProPublica la semana pasada, eran de hoteles como Wyndham Hotels and Resorts y Extended Stay America. La primera compañía perdería días después dos tercios de su valor.

Burr recibía cada día un informe de alta confidencialidad sobre los efectos del coronavirus en Estados Unidos. Pero no fue el único. Tres senadores, aparte de Burr, también vendieron a mediados de febrero importantes paquetes de acciones.

No obstante, hay que ampliar el foco. Los mercados de valores estaban abocados en Estados Unidos a un desinfle de las cotizaciones y, por efecto rebaño, también del resto de las bolsas.

Una parte del globo se había inflado con las operaciones de autocartera. Como las empresas acumulaban cash y no veían que ampliar su producción era una inversión rentable, destinaron el dinero a comprar sus propias acciones; operaciones que, a su vez, permitieron mantener e incrementar el precio de sus títulos. Según el banco de negocios Goldman Sachs la cifra invertida ha ascendido en los últimos tres años al equivalente a 1,4 billones de dólares.

Pero esta firma ya advirtió en diciembre pasado de que se notaba una fuerte desaceleración en las compras de acciones para autocartera. El viernes 13 de diciembre David Kostin, el principal estratega de bolsa de Goldman Sachs en Nueva York, escribió una nota a sus clientes:

"Una caída significativa de compras de autocartera volcará dramáticamente la estructura oferta-demanda de acciones norteamericanas. La gran disminución de recompra conducirá probablemente a un menor crecimiento del ratio precio-beneficio o PER y a más elevada volatilidad".

En este contexto, las corporaciones y fondos de inversión decidieron vender a fin de salvar beneficios en muchos casos sobre sus propios títulos recomprados ante la baja de las cotizaciones que se avecinaba.

"Aunque los movimientos bursátiles no deben ser sobreestimados, lo mejor sería cerrar las bolsas y gran parte del casino a lo largo de Europa, y no reabrir hasta que se normalicen las condiciones. La volatilidad adicional y la incertidumbre que transmiten estos circuitos no son realmente necesarios", escribe el economista alemán Heiner Flassbeck.

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