En cada cornada perder un escroto

El hombre sufrió una cornada en la cojonera; los testículos quedaron en la madera del 'burladero'

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Leo en el 'Diario de Navarra' que en la localidad de Falces un hombre ha sufrido un accidente en un encierro de vacas. El hombre recibió una cornada en la cojonera (gracias a la ganadería de Eulogio Mateo, de Cárcar). Por lo que dice el diario en cuestión, los testículos se quedaron en la madera del 'burladero'. No sé si algún buen samaritano recogió el aparato reproductor y lo metió en la nevera de las cervezas para conseguir que fuera reimplantado con éxito.

Entiendo que en este pueblo los testículos del mozo serán para siempre un recuerdo incómodo. La valla donde el toro terminó con su virilidad tendrá, seguro, un nombre popular tan divertido como doloroso. A partir de ahora, la voz de la víctima será analizada con todo tipo de matices, por si ha logrado una supremacía de los agudos en favor de los graves. Los amigos no podrán ir -como se suele hacer- a escribirle obscenidades al yeso, porque el yeso tapará, justamente, toda capacidad de cometer obscenidades.

Es por ello que me permito una sugerencia, de cara a todos estos pueblos que disfrutan, aún de alguna tradición que consista en hacer sufrir a animales, ya sea poniéndoles petardos en los cuernos, clavándoles banderillas, haciéndolos correr por las calles, disfrazándolos o lanzándolos desde arriba del campanario. Ya entiendo que todo esto puede ser más divertido para según quien que dedicarse a la contemplación de las alfombras de flores o de los recovecos de los derviches de Konya. Pero como las bestias no tienen ninguna culpa, y tampoco se trata de ir perdiendo huevos por el camino, propongo esto: lo que tienen que hacer es promover el turismo de borrachera. Cuando los guiris (rebosantes de calimocho) vean los campanarios románicos de estos pueblos querrán hacer lo que la naturaleza les dicta. Es decir: balconing. La fiesta está asegurada. Los mozos locales no lo pasarán peor que si desde allí arriba se precipitara una cabra. Y será un acto consentido por todos, alabado sea Darwin.

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