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El nuevo hospital de Madrid, más dudas que certezas

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Almeida, Ayuso i Casado inaugurant l'hospital Enfermera Isabel Zendal.

BarcelonaLa presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, el alcalde de la ciudad, José Luis Martínez Almeida, y el presidente del PP, Pablo Casado, inauguraron este martes el Hospital Isabel Zendal, una infraestructura sanitaria construida en un tiempo récord sobre la cual planean muchas incertidumbres. De entrada, el hospital todavía no está acabado (ayer los operarios trabajaban) y tiene previsto entrar en funcionamiento la semana que viene, pero solo en un tercio de su capacidad. Esto es así porque solo se destinarán un centenar de profesionales de los 600 que se estima que son necesarios para que funcione a pleno rendimiento. Así que, de momento, solo habrá 240 camas extra en el sistema de salud madrileño, 16 camas de UCI y 32 de cuidados intermedios. Muy poco para los más de 100 millones de euros que ha costado la obra.

Pero es que, además, a estas alturas no se sabe de dónde saldrán estos profesionales ni qué criterio se seguirá para derivar pacientes. El consejero de Salud respondió con evasivas diciendo que se irá decidiendo "en función de las necesidades del momento". No parece, pues, que el hospital responda a una planificación precisa de la lucha contra la pandemia. Todo ello hace pensar, más bien, en una operación propagandística de Ayuso. El momento más comprometido de la inauguración fue cuando el mismo Casado le preguntó a Ayuso si el hospital disponía de quirófanos y, ante las dudas de la presidenta madrileña, el responsable del complejo aclaró que lo que había eran salas de curas.

Sobre el papel, se trata de una infraestructura especializada en el tratamiento de pandemias, pero la oposición critica que lo que se ha inaugurado es solo un edificio, puesto que sin personal no sirve para nada. Es especialmente significativo que el ministro de Sanidad, Salvador Illa, declinara participar en la inauguración, una muestra clara de que el gobierno de Sánchez no comparte la idea de construir un nuevo hospital deprisa y corriendo cuando en los hospitales en funcionamiento hay salas de UCI no operativas precisamente por carencia de personal. Y si algo ha demostrado esta pandemia es que lo que faltan son manos y no tanto recintos o camas, porque en muy poco tiempo se pueden adecuar hoteles u otros equipamientos para atender a enfermos.

De hecho, esta era la crítica fundamental que hacían el centenar de personas que protestaban afuera contra la inauguración, la mayor parte profesionales sanitarios que denunciaban la precariedad laboral que sufren. El tiempo dirá si tiene razón Ayuso o sus críticos, que argumentan que este dinero habría tenido un efecto más importante en la lucha contra la pandemia si se hubiera destinado, por ejemplo, a reforzar la asistencia primaria.

Lo que es lamentable es que la inauguración de un hospital se convierta en un acto partidista, que es lo que pasó lunes, y en una muestra más de la carencia de colaboración institucional entre la Comunidad de Madrid –convertida ahora en la joya de la corona de la derecha con sus políticas de rebajas fiscales– y el gobierno español. Seguro que en Europa deben de haber tomado buena nota de cómo se gastan el dinero en algunos puntos de España.

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