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Los privilegios que permiten a Madrid bajar impuestos

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La presidenta de la Comunitat de Madrid, Isabel Díaz Ayuso acompanyada de Pablo Casado, aquest matí, a Madrid

BarcelonaLa presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, asegura que Madrid no es ningún paraíso fiscal pero que Catalunya sí que se ha convertido en un "infierno fiscal" para sus ciudadanos y empresas. Los datos son elocuentes: Madrid lleva casi dos décadas aprobando rebajas fiscales, como por ejemplo la eliminación total del impuesto de patrimonio, que benefician especialmente a las rentas medianas y altas. Según un estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), el 7% de los contribuyentes madrileños (que declaran más de 60.000 euros anuales) se benefician del 42% de estas rebajas. De este modo, Madrid atrae a contribuyentes de rentas altas de otras comunidades autónomas, que pasan a pagar allí sus impuestos para beneficiarse de estas políticas. Es por eso que los expertos fiscales dicen que Madrid se ha convertido en una especie de paraíso fiscal para las rentas altas, no para el resto de ciudadanos.

Pero la pregunta es: ¿por qué estas políticas fiscales las puede hacer Madrid y no el resto de comunidades, ni siquiera las gobernadas por el PP? Muy fácil, porque Madrid se beneficia del que se conoce como "efecto capitalidad", es decir, unos recursos que le llegan por el solo hecho de ser capital del Estado, y que le permiten tener una recaudación alta con los tipos más bajos. Las cifras son escandalosas: Madrid recauda ella sola el 46% de todos los impuestos del Estado (con datos del 2018) cuando su peso económico es del 19,2%. En cambio, Cataluña, que pesa un 19% en el PIB español, recauda un 20%. Es esta desproporción entre recaudación y actividad económica la que convierte Madrid en un agujero negro que chupa recursos, económicos y humanos, del resto del territorio español, y desertiza la Península a mayor gloria de su metrópoli.

Madrid, además, promueve sin ningún tipo de vergüenza el traslado de sedes empresariales a su territorio ofreciendo, entre otras cosas, mejores condiciones fiscales para los altos ejecutivos. Y esta política le está dando resultado. Un estudio de los profesores de la Universidad de Zaragoza Julio López Laborda y Fernando Rodrigo publicado por Fedea indica que, del 2006 al 2012, 458 contribuyentes de rentas altas se trasladaron de Catalunya a Madrid, mientras que el recorrido inverso solo lo hicieron 71 personas. Otros territorios, sin embargo, han sufrido todavía más esta fuga de patrimonios: los contribuyentes que se fueron desde Andalucía son 748, y los procedentes de Castilla-La Mancha, 299. Y este goteo ha continuado, e incluso se podría haber acentuado en los últimos años.

Ahora resulta que la derecha españolista quiere vender como defensa de la autonomía lo que es una competencia desleal basada en una posición de privilegio. De hecho, un estudio encargado por el mismo gobierno de Mariano Rajoy ya alertaba que se tenían que tomar medidas para evitar este dumping fiscal. Y es lógico que si se comparte un mismo espacio económico, sea español o europeo, haya una cierta armonización fiscal para evitar que algunos se aprovechen del resto. Se llamen Madrid o se llamen Luxemburgo.

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