Ola de calor

De algunas derivas se llega a saber cómo empiezan pero nunca cómo acaban

David Fernàndez
5 min

Periodista y activista social“El Estado nunca ha visto la extrema derecha como un peligro, sino como una colaboradora. Llega allí donde los uniformes no pueden llegar”

Xavier Vinader

Un inspector del Cuerpo Nacional de Policía se planta en medio de la calle, grita 'Viva Franco' y le rompe la nariz al fotoperiodista Jordi Borràs. A renglón seguido, denuncia al agredido por agresión. Versión oficial, versión de oficiales. Y manual de impunidad de uso habitual. Protegido y encubierto, el agente de la Brigada Provincial de Información que da vivas a la dictadura y agrede a periodistas se esfuma sin rastro y continúa en activo. Rutina de Estado con sueldo oficial y nada nuevo bajo un cielo de plomo del que siempre llueven mentiras. Cuando los GAL asesinaron a Santi Brouard también enviaron, 'deprisa deprisa' y hacia Bolivia, al teniente coronel Rafael Masa: la alfombra que tapaba el hedor de alcantarilla del terrorismo de Estado no podía aguantar mucho más. En América Latina le designaron asesor en la lucha contra el narco: 'know how' adquirido, en 2001 el coronel era pillado 'in fraganti' traficando con 188 kilos de cocaína.

El 'déjà vu' es persistente, como cuando detuvieron al teniente coronel Máximo Blanco, número 2 del museo de los horrores de Intxaurrondo y ocho veces condecorado por el PP, con 4.000 kilos de hachís en Sant Carles de la Ràpita. Sin noticias de Gurb, muy pocos años después sería ascendido a coronel y aquel galardón lo firmaría el ministerial José Bono. Para no olvidarse nunca de los ángulos ciegos y siniestros del Estado, del Estado dentro del Estado, no se olviden nunca del caso UCIFA. Corría el año 1992 y 'fariña' va, 'fariña' viene, toda la plana mayor benemérita de la lucha contra la droga quedó esnifada hasta los tuétanos por la telaraña del narcotráfico. Fueron condenados a ocho años de prisión, pero apenas cumplieron uno. Al cerebro de la trama, el coronel Pindado, Defensa le concedió pensión vitalicia en 1999. Lo mismo pasó con los cabecillas del GAL: en el caso de los máximos responsables que no fueron indultados, la media de cumplimiento de la pena nunca llegó ni al 10%. No se olviden: la última vez que Barrionuevo entró en la cárcel ingresaba para cumplir 10 años. Cumplió 10. 10 horas. Bromas de la democracia cuando la democracia es de broma.

Mientras leen estas páginas veraniegas y va subiendo la temperatura, el colapso ecológico y la bilirrubina del Estado, Billy El Niño goza de méritos pensionados como torturador de la dictadura, con cuatro medallas incluidas otorgadas en democracia. Se los pagan ustedes. Añadan hielo para helarse, que con nuestros impuestos todos los golpistas del 23-F disfrutan aquí y ahora de la máxima pensión militar y la Fundación Francisco Franco sigue recibiendo subvenciones. Mientras Pablo Casado, en la ola del nacionalismo de Estado –'make Spain great again'– jura reconquistar Cataluña –a pesar de que las palabras siempre sean de doble filo y en la misma afirmación reconozca ya que la han perdido. Máster en negación, el pirómano Casado también niega cualquier abuso policial nunca y en ninguna parte –es decir, humilla al dolor, y hace desaparecer el sufrimiento de las víctimas de la violencia institucional.

Fahrenheit 451, si Borrell escribía en diciembre en 'Le Monde' contra la leyenda negra de la España inquisitorial y franquista, 181 reservistas del ejército español han pedido esta semana respeto "para Franco", enmendándole la plana y arruinándole la bola. Sofocos de verano de cultura propietaria, el padre constitucional Peces Barba ya sopesaba en 2013 que "hubiera sido mejor quedarse con Portugal" y, al fresco incluso los más frescos, cada uno cena con quien quiere en las bochornosas noches de verano. El magistrado Pablo Llarena eligió a Fernández Díaz –el juez que instruye la causa con el partido que la impulsó– mientras lleva por comparsa en la acusación popular a los ultras de Vox, que reconocen que sí, que Franco fusilaba, "pero por amor", y que prometen, a pie de valla de la vergüenza, xenófobos incendios forestales.

En el horno volcánico de la excepción que todo lo permite, la hija de Marchena –presidente de la Sala Segunda del Supremo que juzgará a unos pocos para condenarnos a todos en el mayor juicio político desde el final de la dictadura– obtiene plaza 'ad hoc' como fiscal en Madrid, en una designación anómala del todo que indigna en silencio –para no dar argumentos a los 'desafectos'– a la carrera judicial y donde también ha tomado parte directa la mujer de Llarena. Endogamia de poder, ley del silencio y servicios prestados a la Razón de Estado. Como para no calentarse. Quien bien te quiere te hará llorar.

Además, Marlaska prescinde, a cuenta de los fondos reservados agotados, del coronel Manuel Sánchez Corbí, aquel que tras el primer día de octubre anunciaba que iría casa por casa y puerta por puerta. Otro coronel agraciado –por el imperio hacia Dios– por la desgracia común que supuso José María Aznar y de las JONS, que lo indultó de la condena por torturas que recibió en 1997. Uno de los agentes condenados y indultados en la misma causa, De las Cuevas Carretero, fue enviado en 2001 como representante español ante el Comité para la Prevención de la Tortura del Consejo de Europa. Experiencia acreditada no se le podía negar. Y eso, que no es todo amigos, no es excepción. Es la regla persistente de una excepcionalidad continuada: bajo la aznaridad y de una sola tacada, diciembre del 2000, fueron indultados 15 agentes beneméritos condenados en firme por torturas. Y aquí paz y después gloria.

De algunas derivas se llega a saber cómo empiezan pero nunca cómo acaban. Vaya alimentando la fiera, diría el bueno de Vinader, que Roberto Alcázar y Pedrín nunca perdonan, impasible el ademán. Por eso sorprende y agota tanto que oficialmente se sostenga que no hay “grupos organizados de extrema derecha” en la ofensiva que padecemos hace meses. Pero si no hay grupos ultras organizados, ¿cómo se organiza, coordina y desarrolla la batida patriótica en Verges? ¿Por generación espontánea? Claro que hay grupos ultras –y claro que son pocos, mal organizados y soeces hasta el hartazgo: los de siempre residuales y los de nuevo cuño nacidos bajo el clima del "A Por Ellos". Nace DUE en el Bages, Els Segadors en el Maresme o Resistencia Vallesana. Engorilados, cada vez que oficialmente se minimizan y banalizan sus andanzas, se ensanchan y crecen sus tropelías. Empezaron en Cataluña, sí, pero ya continúan por el Estado: en un solo mes, veintitrés ataques fascistas a sedes de partidos políticos –PSOE (13), Podemos (5), Compromís (4), IU (1)– a contracuenta del anuncio de la exhumación al Valle de los Caídos.

Memoria baldía y presente vacío para un futuro inquietante, Ciudadanos saca la 'karcher' de Sarkozy contra el amarillo que reivindica libertades –"¡racaille, racaille!"– y promociona vídeos censores presumiendo de arrancar demandas democráticas, que violentan el derecho a la protesta de los otros y silencian, borran y excluyen a la disidencia, pretendiendo neutralizarla –clásico inquisitorial– del espacio público. Con el agravante moral de crueldad de hacerlo despreciando el sufrimiento ajeno y jactándose de la privación de libertad. De ruin telón de fondo, equiparan perversamente el derecho de manifestación con el derecho a reventar las manifestaciones de los demás. Después, ya verán, todo serán lamentos, "yo no sabía" y mirar a otro lado. Pero los climas no nacen solos, se generan –y se planifican y se diseñan en despachos. La agresividad física, la violencia semiótica y la brutalidad persecutoria integran una burda estrategia nada encubierta de la tensión fractal y del miedo paralizante.

Una estrategia combinada para una reconquista que más que larga y difícil, es ya sencillamente imposible. Pero no inocua. Y si el hombre del tiempo anuncia que la ola de calor remitirá el próximo 10 de agosto, la canícula ultra dependerá de otros factores. Aunque mientras el incendio neoliberal no remita y la gasolina del populismo de derechas continúe esparciéndose como veneno, más valdrá decir las cosas por su nombre y combatirlas como es debido. Antes que lamentarse sirva de poco. O de nada.

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