La calle contra el individuo

El calendario del decorado de una calle modesta como Papin, en el barrio de Sants, es intenso

Antonio Baños
3 min

BARCELONASi pueden, pásense por la calle Papin de Sants, en Barcelona. No por desmerecer ninguna otra calle de las fiestas de Sants, sino para apoyar a uno de las más nuevas. Papin lleva sólo cinco años decorando la calle por fiestas y su comisión está formada por gente con mucha ilusión. Entre ellos dos historiadores, Marc Santasusana y Agus Giralt, especialista en la historia de Sants y autor de un blog más que recomendable: 'Memòria de Sants'.

Encuentro a Marc subido en una grúa y prefiero charlar con Agus, que me cuenta como las fiestas de Sants, a pesar de ser anteriores a la Guerra Civil, tuvieron continuidad a partir del año 1941. "Deberías ver los adornos de aquel año -dice con guasa-, una bandera española, una de la Falange y otra carlista".

La política de la comisión de fiestas de la calle es recordar elementos históricos del barrio. Hicieron un adorno sobre la antigua colonia fabril Can Batlló y sobre la Revuelta de las Quintas de 1870. Este año han vuelto con un tema más nostálgico: el parque de atracciones de Montjuïc. El lector debería tener una edad avanzada para recordar de qué le hablo. Un parque fundado en 1966 que capturó el imaginario barcelonés con la primera montaña rusa, la modernísima discoteca Lord Black y, ay, aquel bar en forma de ballena que a mí me tenía el corazón robado y que la calle ha rescatado de manera evocadora.

El calendario del aderezo de una calle digamos modesto como Papin es intenso. Tiene un núcleo duro de unas seis personas que comienza a trabajar en febrero con las primeras deliberaciones, que se convierten en una locura en plenas vacaciones de agosto, con noches enteras sin dormir para terminar la obra.

Este año, y anticipándose de manera profética a la polémica de la siempre pintoresca gente de España Global, la calle Alcolea de Dalt se ha acicalado con motivos sobre la liberación de París en 1944. Con un tanque Sherman, un 'half-track 'de La Nueve, un Spitfire e incluso un Arco de Triunfo. Hasta ahora nadie ha atacado ni quemado nada, gracias a Dios. En Sants, la plaza de la Farga ha ganado tres veces en los últimos diez años, aunque los premios han sido bastante repartidos. Galileo y Alcolea forman una de las clásicas rivalidades, así como, lógicamente, las calles Alcolea de Dalt y la de Baix.

Vivimos en un tiempo y una sociedad en que la fiesta se hace imposible. La fiesta existe cuando lo comunitario se pone por encima de lo personal. "La comisión de fiestas como núcleo de acción -me recuerda Giralt- hizo que durante la Guerra Civil algunos de los refugios antiaéreos en Sants y n otras partes fueran construidos por las comisiones de fiestas". Hoy, los individualistas están ganando la batalla a los comunitaristas, y así, por la verbena se quejan de los petardos porque angustian a "sus" mascotas. O se quejan del estallido de esfuerzo en común y de alegría de barrio para no perder ni una noche de "su" tranquilidad. La calle contra el yo.

Por ello, que un grupo de gente pierda días de sus vacaciones y dedique horas y dinero en un juego efímero y sentimental como el aderezo de una calle es ya algo revolucionario (o turístico) que merece ser reconocido. Vayan a Sants y, por favor, hagan 'gasto' en la calle Papin.

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