El análisis de Antoni Bassas: 'La gran confusión'

"Esta confusión es el resultado de una pandemia, un trabajo insuficiente de preparación del Govern y una justicia muy dispuesta a decidir por la Generalitat las veces que haga falta"

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La Generalitat ha ordenado que se retome el sorteo de los ciudadanos que tienen que integrar las mesas electorales para las elecciones del 14 de febrero y, mientras tanto, ya prepara un recurso contra la decisión tomada ayer por el TSJC de suspender el decreto del Govern y mantener el 14 de febrero como la fecha de los comicios.

Y es que los magistrados estimaron las medidas solicitadas por un ciudadano particular, un exmosso que ahora ejerce de abogado, Josep Asensio, que el lunes impugnó el decreto que atrasaba las elecciones hasta el 30 de mayo. ¿Por qué las estimaron? Por una razón jurídicamente obvia: si no paraban ahora el decreto, corrían el riesgo de que las elecciones ya no se pudieran celebrar el 14 de febrero. Ahora la Generalitat presentará recurso y vete a saber si ahora la justicia le dará la razón, dado que el tribunal no ha entrado en el fondo de la cuestión, y se vuelve a hacer efectivo el aplazamiento.

Por lo tanto, esta mañana nos levantamos sin saber exactamente cuándo serán las elecciones, si el 14 de febrero o el 30 de mayo. Y esta confusión es el resultado de la suma de tres elementos: una pandemia que destroza cualquier calendario en cualquier país; un trabajo insuficiente de preparación del Govern, que sabía que para hacer las elecciones durante el invierno de una epidemia había que tener listas todas las medidas que garantizaran que todo el mundo podría votar (más días, urnas móviles, por ejemplo, que a la salida del mercado –porque la gente sí salimos para ir a comprar– te encontraras una urna y votaras y te olvidaras, o el voto electrónico…), y una justicia muy dispuesta a decidir por la Generalitat las veces que haga falta, incluso para decidir celebrar unas elecciones en unos días en los que, según los modelos de previsión, tendremos muchos contagiados y muchos enfermos en los hospitales y en las UCI. Y, por lo tanto, tendremos mucha gente decidiendo que es más importante no poner la salud en riesgo que ejercer el derecho a voto, que esto es lo que pasará, sobre todo en la franja de la gente mayor, y eso por no hablar de las aproximadamente 200.000 personas que serán positivas, muchas de las cuales no habrán podido votar por correo porque el voto por correo se cierra diez días antes de la fecha de las elecciones y cuando habrá acabado el plazo para votar por correo estas personas no sabrán que son positivas.

Y aquí hay que recordar que el País Vasco y Galicia aplazaron la celebración de las elecciones sin ningún obstáculo jurídico. Y que en Catalunya hubo consenso entre los partidos para aplazar las elecciones, excepto por el PSC, con el ministro de Sanidad como candidato. Esto también provoca una gran confusión.

Dice hoy Sebastià Alzamora que “vamos encadenando arbitrariedades y episodios ridículos, con un deterioro extremo no tan solo de la política y las instituciones catalanas, sino también de un estado que utiliza la justicia como instrumento de revancha política”.

El resultado de la situación es que dentro de tres semanas y media quizás hay elecciones. O no, y acabamos votando en mayo. Este es otro momento bajo de nuestra vida colectiva.

Nuestro reconocimiento para los que trabajan en primera línea, un recuerdo para los que sufren, para los presos políticos, para los exiliados, y que tengamos un buen día.

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