ENTREVISTA

Jordi Évole: "Ahora mismo, la nómina de traidores en Cataluña es ya incalculable"

Entrevista al periodista, director del programa 'Salvados'

àlex Gutiérrez
7 min
Jordi Évole: “Ara mateix, la nòmina de traïdors a Catalunya és ja incalculable”

Barcelona'Salvados' estrenó el pasado domingo el episodio 'El dilema: crónica de dos rupturas', en el que se repasan con detalle los cruciales acontecimientos de la última semana de octubre de 2017, en la que convergieron la proclamación de la DUI y la suspensión de la autonomía mediante el artículo 155. Jordi Évole entrevista a líderes políticos de un lado y del otro para tratar de recomponer unos días en los que la brecha anímica entre el independentismo de la calle y el de los despachos era abismal. En esta entrevista, el periodista reflexiona sobre el legado de aquellos días y se sincera sobre la forma en que lo ha afectado personalmente toda la polarización vivida desde entonces, vista por alguien que considera que está en tierra de nadie. Celebramos el encuentro justo el día en que se anuncia que deja de colaborar en 'El Periódico' para pasar a hacerlo en 'La Vanguardia'.

¿Por qué ha querido fijar la mirada en el octubre del 2017 un año después?

Había leído relatos de lo ocurrido aquellos últimos días de octubre -uno de los cuales del diario ARA, y por eso uno de los narradores de los hechos es Maiol Roger- y, leyéndolos, me imaginaba que era como una serie de no-ficción. Se podría llevar perfectamente a Netflix para que hiciera unos capítulos. Con esta premisa empezamos a trabajar para hacer un 'Salvados'.

Hace un año muchos catalanes tuvieron la sensación de que no entendían por qué se tomaban determinadas decisiones. ¿Cree que la información básica ya la tenemos o todavía tienen que aflorar más cosas?

No se sabe todo, y como dice Xavi Bosch, "se sabrá todo" [Pausa]. En Cataluña, que estamos ya en quinto curso del Procés, habrá espectadores que muchas de las cosas que contamos ya las conocen. Quizás no todas, pero una gran parte sí. Pero nuestro programa se emite en todo el Estado, y creo que España se sorprenderá mucho.

¿En qué sentido?

Aquellos días no se explicó lo que se estaba haciendo. Una de las personas que vieron el preestreno del capítulo que hicimos en el AVE nos dijo: "No sabíamos de la misa la mitad". Me parece muy coloquial, pero acertado. Mucha gente a la que hemos enseñado los primeros montajes dicen "Vaya, sí estábamos engañados". Me ha llamado la atención algo que en ese momento no tuve tan presente: el contraste entre la cara desencajada que tenían los líderes independentistas en las escalinatas del Parlamento y las caras de emoción desbordada en la calle. Creo que esto resume perfectamente quién estaba informado y quién no. Mucha gente fue engañada. Por otra parte, el documental sirve para ver clarísimamente la inacción del gobierno español. Creo que Rajoy sale muy mal parado de este documental.

Más allá de explicar unos determinados hechos, ¿qué función social le gustaría que tuviera este trabajo?

[Pausa muy larga]. A mí me gustaría que, de alguna manera, sirviera para que algunos líderes políticos empiecen a decir a los suyos lo que no quieren oír. Creo que esto es fundamental para recuperar el clima que se ha perdido en Cataluña. En Cataluña ha crecido mucho la desconfianza mutua. Nos estamos escrutando constantemente unos a otros. Nos observamos. Que si tú llevas lazo, que si tú has ido a este acto... Eso debemos abandonarlo.

Puros versus traidores.

Ahora mismo, la nómina de traidores en Cataluña es ya incalculable. Primero, los traidores fueron los del otro lado. Estos eran clarísimos. Que no eran ni traidores, porque ya estaban en el otro lado y no estaban traicionando nada. Luego hubo los que estábamos, y hablo en primera persona del plural, en tierra de nadie: fuimos muy atacados durante una época. Pero no me quiero hacer la víctima porque del Procés todo el mundo ha salido mal parado, sobre todo si tenemos en cuenta que hay gente en la cárcel. Y ahora estamos en un momento en que -como ya no quedan traidores ni en el medio ni el otro lado- se empiezan a buscar traidores dentro del independentismo. ¡Que me lo cuentan hace unos años y no me lo creo! Pero es donde estamos.

Es un diagnóstico amargo.

He vivido con cierto dolor todo este tiempo. En mi caso, primero el independentismo me consideró un seducible. Esto te llegaba en forma de invitación a firmar un manifiesto, o te daban un premio... Cuando comprobaron que no era seducible -pero porque no me dejo seducir por nadie, que también me han intentado seducir otras formaciones políticas- entonces pasé a ser traidor, enemigo, 'botifler'. Todo esto ha sido muy desagradable. El clima y el 'pressing' que se ha ejercido sobre diferentes sectores del país es evidente que no se puede comparar con la dureza de unas ostias en la puerta de una escuela o la dureza de la prisión para unos líderes políticos... pero este clima no le hizo ningún favor al independentismo.

El calor climático ha bajado algunos grados, en los últimos meses. Habiendo hablado con independentistas y con unionistas, ¿cree que hay opción de un entendimiento real o se invoca el diálogo sólo para ganar tiempo a un lado y al otro?

Debemos creer en el diálogo, si no...

Pero, más allá de creer por principio, ¿lo ve plausible?

Sí, sí, evidentemente. Hay muestras de que algo se mueve. Para el independentismo y para el españolismo eran muy buenas las posiciones extremas. Lo de "cuanto peor, mejor" ha sido una gran fórmula para los extremos, que durante un tiempo han ocupado, para mi gusto, demasiado terreno de juego.

Decía antes que estamos ya en quinto del Procés. ¿Cuántos años faltan para graduarnos?

[Ríe] Pues espero que no queden muchos años, para acabar y licenciarnos. Pero me temo que esta carrera necesitará postgrados, másters ... porque la herida es profunda.

¿Herida en la calle o en los despachos?

En todas partes.

¿Y se resuelve votando?

Espero que sí. Ojalá.

Ha contactado con líderes de ambos bandos, o bancadas, si no queremos recurrir al lenguaje bélico, por aquello de desescalar...

No, si la realidad es la que es.

La pregunta es, pues, ¿cuál de los dos bandos se ha resistido más a hablar?

La verdad es que todo el mundo aceptó la petición de una forma bastante ágil. Y quien no quiso hablar, pues ha acabado no hablando.

¿De qué porcentajes hablamos?

Un 80% me han dicho que sí. Me hubiera gustado tener a Rajoy, a Soraya, a Puigdemont, o a Junqueras. En el caso de Junqueras, es evidente que no podía ser, pero sí tenemos su mano derecha, que es Sergi Sol. En el caso de Puigdemont, hemos estado y seguimos estando muy cerca de poder volver a hablar con él. Con Rajoy y Soraya es más complicado. La cúpula más cúpula del PP se ha resistido. Pero bueno, en el documental aparecen dos ex ministros de Rajoy, su delegado del gobierno en Cataluña...

¿Y qué lecciones han aprendido los protagonistas que ha podido entrevistar?

En nuestro trabajo se ve claramente que aquellos días finales de octubre se sembró la semilla de lo que ahora estamos viviendo. De la ruptura del independentismo, por ejemplo. En el documental se hace bastante evidente que Puigdemont no informó a Junqueras que se iba. O que Rajoy no hizo todo lo que pudo hacer para resolver el problema. Entonces no vimos que aquello era la ruptura del independentismo, como estamos viendo ahora.

¿Cuál es la principal dificultad que se ha encontrado a la hora de narrar un conflicto tan polarizado?

Quitarme de encima la etiqueta. Ahora mismo, es imposible: en Cataluña tengo una etiqueta determinada. Es verdad que no por eso los espectadores nos han dejado de ver, lo que agradecemos porque, al fin y al cabo, hacemos esto para difundir una información concreta y creemos que muy bien trabajada. Pero me gustaría huir de esta etiqueta. Un no independentista puede hacer un documental sobre aquellos días en los que aparezca todo el mundo, ponerlos a todos y que tenga las voces de todos. Que sea transversal y exponga los hechos, completados evidentemente con las opiniones de los protagonistas. Para que los espectadores tengan, entonces, las herramientas para sacar sus propias conclusiones.

Hace un tiempo regañó a su cadena porque no invitaba a demasiadas voces independentistas. ¿Le han hecho caso?

Esto fue justo el 28 de septiembre, al día siguiente de las elecciones que gana Junts pel Sí. Estaba sentado en una mesa donde pensé que todos estaríamos bastante de acuerdo. Así que lo dije públicamente. Y sí, esto se ha ido rectificando, y mucho.

¿Y en las otras cadenas?

Sinceramente, no estoy muy pendiente. Pero La Sexta ha hecho un esfuerzo para que haya voces plurales y caras conocidas que se han posicionado claramente, por ejemplo, sobre la denuncia que no debería haber presos preventivos.

¿Con este trabajo cierra su mirada sobre la cuestión catalana?

Ahora mismo sí, estaremos un tiempo sin tocar el tema. Espero. También por agotamiento. Hay un cierto cansancio sobre el tema, mucho más fuera de Cataluña. Pero es una buena oportunidad para ver lo que no se vió hace un año. Yo, como espectador, me miraría. Es uno de los programas que más veces he visto, porque ha costado mucho montarlo. En el último visionado que he hecho, este miércoles, quería ver cómo quedaba la música original, porque es el primero que tiene música propia. Trabajamos desde mayo, así que ha habido mucho curro. Durante el último visionado pensaba que podría ser el capítulo cero de una serie de no ficción.

¿De qué género?

Una de las cosas que queríamos hacer era transmitir al espectador la angustia que vivimos todos juntos. Fueron días angustiosos, por mucho que pudiera haber también ilusión o una mirada hacia el futuro bonita. Pero la angustia existió. Algo sorprendente de las conversaciones con la quincena de protagonistas es que nos han abierto sus teléfonos móviles. Y nos han mostrado mensajes intercambiados aquellos días. Pues bien: era muy curioso ver cómo pasaban unas cosas entre bastidores y nos contaban lo contrario, públicamente. Por ejemplo, creo que había mucha gente que no quería hacer la DUI, mucha.

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