24/08/2017

No luchar en su piscina de fango

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El president del govern espanyol, Mariano Rajoy, durant la roda de premsa de balanç del curs polític abans de marxar de vacances. EFE

En el conflicto con los terroristas hace unos días se dio un episodio de lo más triste pero quedó resuelto del modo que correspondía, policialmente. Ya queda atrás. Ahora viene un nuevo episodio de otro conflicto, vencer a las mentiras.

Y hay que saber que la sociedad catalana se enfrenta a expertos en luchar en el fango. El PP y el bunker de la corte utilizó hasta el último momento el terrorismo de ETA como un motivo para reunir a la opinión pública española en torno del españolismo centralista, tuvo un momento estelar tras los atentados en los trenes de Madrid. Tras los atentados apareció inmediatamente la lucha sectaria, el Gobierno del PP acusó falsamente a la ETA, y cabeceras de prensa, todo el PP y el propio Rajoy en el Congreso mantuvieron la acusación a los socialistas de beneficiarse del atentado. Quienes hicieron aquello entonces están ahí, son los que mandan y gobiernan y es lógico que actúen ahora según su naturaleza. El PP y la caverna, las cabeceras de prensa de Madrid y los canales de televisión estatales, desde el día siguiente a los atentados, siguieron la misma estrategia, pues son una máquina destructiva con su propia inercia.

Cuando el atentado en Madrid quedaba alguna empresa mediática que era hostil al PP, pero eso ahora ya no existe. Ahora, igual que en 2004 lanzaron basura sin rubor, la única diferencia es que ahora ya están todos de acuerdo. Los medios de comunicación madrileñoespañoles, con algunas excepciones digitales, hace tiempo que han desconectado de Catalunya, ya no pretenden tener lectores en ese país y con sus lectores perdieron el crédito también. Únicamente sirven alimento a adeptos y personas que en Catalunya se sienten desplazadas en país ajeno. En los últimos años han cerrado filas en torno a tres puntos que interesan al IBEX: proteger régimen monárquico, impedir gobierno progresista y a Catalunya ni agua. Así han venido jugando con PSOE y Podemos, incidiendo en sus contradicciones para impedir un gobierno progresista. Así se estigmatiza la demanda republicana y a la mayor parte de la población catalana bajo el estigma de “los independentistas” o “los separatistas”.

Esos medios que intoxican no informan, son armas políticas y disparan. Ahora apuntaron a la Generalitat en el flanco de los Mossos y donde haga falta. No pretenden la verdad sino ensuciar la Generalitat. Obviarán interesadamente el contexto de los hechos, que a la policía catalana se la había estado ocultando información imprescindible y, concretamente, sobre el tal imán asesino. Pero esos ataques de la caverna a todo lo que los catalanes estiman los han confirmado en que de Madrid sólo seguirá llegando hostilidad,. Tan es así que ese Rajoy que compareció demudado y fuera de lugar cuando viajó a Barcelona y se vio más que nunca en un lugar donde no tenía autoridad alguna intenta detener la hostilidad para evitar que se debilite aún más su posición. Y tan es así que su delegado, Millo, tuvo que desmentir las tremendas acusaciones a los mossos de sindicatos policiales españoles atacados de los nervios e intoxicados de centralismo.

Quienes defienden al país catalán y sus habitantes deben tener en cuenta ese contexto, no deben responder a los disparos de basura venenosa. No deben perder de vista el contexto español, donde el PP y su entorno ideológico, institucional y mediático han conseguido que la población en su conjunto haya aceptado implícitamente la corrupción y la mentira como algo normal. En ningún país democrático un partido que miente cada día de un modo tan evidente estaría impune, en ningún país democrático tendría el apoyo electoral que conserva el PP como la debilidad de una oposición incapaz de ofrecer una alternativa. En ningún país democrático una justicia independiente habría dado esa impunidad al robo y la corrupción. España, una sociedad tan débil que no es capaz de vencer a quienes la degradan y arruinan. Me limito a constatarlo a mi pesar.

Pero el único camino que tiene la sociedad catalana es seguir defendiendo sus intereses y su opinión sin rebajarse a luchar a la piscina del fango, que es donde la esperan expertos luchadores con experiencia y con todos los medios. La revolución democrática catalana no insulta ni agrede y debe seguir siendo tan firme como elegante.

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