EL APUNTE

Entre la seducción y la presión

Conscientes de la importancia de mantener la base social más amplia posible favorable al referéndum, los partidos reunidos en el Palau decidieron presionar una vez más a los comunes

Esther Vera
1 min
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La cumbre en el Palau de la Generalitat fue convocada con precipitación el domingo. Quizá por la discreción que requieren los movimientos del gobierno de Cataluña, con el que el gobierno de Rajoy ha decidido hace tiempo comunicarse a través de los medios de comunicación y los tribunales. La convocatoria del presidente tuvo una respuesta preventiva a través de la vicepresidenta del ejecutivo español. Sáenz de Santamaría controla con dificultad el lenguaje no verbal: se le ve el desprecio y la irritación que le provoca la determinación de las fuerzas independentistas de poner las urnas, lo que equipara con un acto subversivo. Rajoy tiene todos los instrumentos del Estado y desde este lunes el apoyo explícito del líder del PSOE, que cerró filas consciente de que cualquier matiz es comparable con un delito de sedición. El Estado no tiene fisuras contra el Procés. Conscientes de la importancia de mantener la base social más amplia posible favorable al referéndum, los partidos reunidos en el Palau decidieron presionar una vez más a los comunes. El tiempo se acaba y todo indica que habrá una aceleración de los acontecimientos. Los comunes deberán pasar el trago de todos los actores de un sistema de partidos que ha explotado, y decidir si se suman a la convocatoria y dan libertad de voto o se descuelgan. La decisión no será fácil, ni gratuita, porque dentro de su movimiento hay sensibilidades diferentes y la ambigüedad ya dinamitó antes a Convergencia y al PSC. La sensatez del referéndum pactado se desvanece y subirá la tensión.

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