Esther Vera

La política del kamikaze

3 min
La política del kamikaze

Hacía días que no teníamos una muestra tan clara de la histórica tendencia al suicidio de la política española. No dialogar, amenazar, doblar la apuesta en cada desafío y ganar asfixiando al contrario. Cien a cero. Cautivo y desarmado. El problema es que la pretensión de la asfixia financiera de Cataluña es el agente naranja transportado por un piloto suicida.

El gobierno español ha decidido colapsar completamente la administración catalana pidiendo informes semanales sobre su contabilidad. La medida tiene varios objetivos: de entrada, aterrorizar a los interventores que deben dar fe de la corrección del gasto público y que están amenazados penalmente si lo incumplen. También se pretende convertir a sus equipos en contables incapaces de procesar la avalancha de información que envían al Estado, que tiene recursos suficientes para interpretarla mejor que la propia administración catalana. El gobierno también busca culminar la intervención de las finanzas públicas que inició con la creación del fondo de liquidez autonómica (FLA), establecido el mes de julio de 2012. En plena recaída de la crisis financiera, con los mercados cerrados y la Generalitat, como otros gobiernos subestatales, incapaz de obtener crédito en los mercados, el Estado abrió una línea de liquidez sujeta al cumplimiento de un déficit draconiano, a la obtención de información y al recorte constante de la autonomía de gasto del administración catalana.

De este modo, el Estado, que primero obtenía el crédito caro en el mercado y luego gratis gracias a la política del BCE de San Mario Draghi, prestaba dinero a Cataluña cobrándole un interés. ¿Por qué podía obtener dinero una España al borde de la quiebra y el rescate y que necesitó 50.000 millones para salvar la banca? Porque controlaba y controla las bases fiscales. Porque es quien cobra los impuestos y quien los reparte de una manera tan arbitraria que ha sido denunciada por las comunidades autónomas, excepto el País Vasco y Navarra, que recaudan sus impuestos y no colaboran en la cuota de solidaridad interregional. El FLA y la capacidad de chantaje con la que se implementó fueron acompañados de la negativa a renegociar el sistema de financiación, lo que culminaba la política de control financiero. A estas alturas, el gobierno español controla los ingresos de la Generalitat a través del sistema de financiación caducado y la liquidez a través del FLA, marca la prelación de pagos y obtiene información detallada de las facturas, que paga directamente a los proveedores. ¿El modelo fiscal es colonial, de una diputación o de una plantación de tabaco?

La amenaza ahora es no pagar las facturas que puedan estar relacionadas con el 1-O. Nuevamente la arbitrariedad. ¿Serán por acciones de los medios públicos informando o emitiendo propaganda política para la participación en el referéndum? ¿Será cualquier gasto informático? ¿Material de oficina? ¿Cuál es el criterio más allá de la arbitrariedad política? ¿Cuál es el límite a la disposición del Estado del dinero que recauda en Cataluña, donde una mayoría extraordinaria quiere un referéndum?

El Estado amenaza con no proveer los fondos del FLA en una acción kamikaze. La deuda catalana son 75.000 millones, de los cuales dos terceras partes son con el Estado, algo más de 50.000 millones, y si Cataluña no paga la deuda está avalada por el Reino de España. Este 2017 Cataluña dispondrá de FLA por valor de 7.340 millones, de los cuales 1.324 corresponden al déficit autorizado (0,6% del PIB) y el resto son destinados a vencimiento de deuda. Todos los acreedores internacionales saben que las reputaciones del Reino de España y de Cataluña están cruzadas.

Pensar que el otro es idiota

En el origen del bloqueo actual de las relaciones entre España y Cataluña hay un desprecio lamentable e inútil. En algunos casos es mutuo cuando en Cataluña se comete el error de infravalorar el poder del Estado, pero el movimiento ciudadano, en general, ha logrado impulsarse con un proyecto en positivo que no necesita denigrar al otro. Las muestras de desprecio son frecuentes por parte de algunos articulistas contrarios al Proceso, que consideran que Cataluña vive un momento de enajenación colectiva y lo atribuyen a un poder manipulador demoníaco de algunos medios de comunicación catalanes. El último caso es el de un nostálgico enfant terrible, que todavía cree, algún sábado de gloria, que dirige Mundo Obrero y escribe panfletos para liberar a ignorantes del yugo del capitalismo o del nacionalismo burgués. Señor Morán, los catalanes no son idiotas manipulados. Solo quieren votar en un referéndum. Algunos, incluso, quieren votar no. Gracias.

stats